- INDIA SE TIÑE DE VERDE

Medio ambiente. La multinacional Vedanta, obligada a parar la extracción de bauxita en la zona de Niyamgiri.

El ministro indio de Medio Ambiente, Jairam Ramesh, ha dicho que no. No a la polución del aire y el agua de las colinas, no a la extracción de minerales de los bosques del corazón de India, donde habitan mayoritariamente las tribus y donde se extiende como la pólvora la guerrilla maoísta. No a un gigante minero como Vedanta, que cotiza en la bolsa de Londres y cuyo dueño, Anil Agarwal, procede de India.
"Vivimos en una tierra con una enorme riqueza mineral y los buitres ya buscarán la forma de alcanzarla de una forma u otra", advierte con pesimismo Badal Kumar, de la ONG Ankura de Orissa. Pero Ramesh también ha paralizado otra serie de proyectos que colisionan con la protección del medio ambiente a lo largo del país.

La acerera surcoreana Posco acaba de ver cómo ha quedado paralizada su inversión de 90 millones de euros en Jagatsinghpur, también en Orissa, para extraer hierro y construir un puerto en Paradip hasta que se realice una adecuada evaluación medioambiental.

Desde hace varios años, además, Bombay planea construir un segundo aeropuerto en Navi, cerca de la metrópolis. Ramesh se ha negado por la destrucción de los manglares que protegen a la urbe de las inundaciones.

Minerías ilegales
También ha quedado en suspenso la extracción de piedra caliza en la localidad de Amreli, en el estado de Gujarat, y otras explotaciones mineras ilegales en las regiones de Rajastán, Karnataka y Goa, y se han paralizado otros grandes proyectos de plantas termoeléctricas en Nagarjuna y Srikakulam, en Andra Pradesh.Hasta el momento, el ministerio de Medio Ambiente era una máquina de estampar sellos sobre proyectos industriales y mineros. Ramesh, por primera vez, ha decidido darle alguna utilidad.
"No estoy en contra de la minería de por sí, pero no puede tener lugar de forma continua e indiscriminada", señala el activista Ravi. "No se puede anteponer el beneficio económico a las personas", añade.

El caso de los dongria kondhha sido el ejemplo más paradigmático de este cambio de política. La fábrica de Vedanta irrumpe en medio de un paisaje exuberante y vomita sus desechos en una zona conocida como el pantano del lodo rojo, al lado de Rengopali. "Allí ya se registran más casos de la media de tuberculosis, asma y problemas en la piel, tanto en personas como en ganado", explica Bratindi Jena, de la ONG ActionAid.

La extracción de bauxita, además de contaminar el aire y los ríos, requiere una ingente cantidad de agua que podría afectar al suministro de unos 10.000 pueblos de la zona. La empresa, por otra parte, se ha visto obligada a interrumpir la ampliación de la refinería al haber comenzado las obras sin permiso gubernamental. Ramesh incluso ha amenazado con el cierre.

Desde Vedanta siguen insistiendo en la obtención del mineral, aunque provenga de otro lugar del estado, ya que así lo acordaron hace siete años con el gobierno regional. "En Orissa hay 2.000 millones de toneladas de bauxita y hasta ahora sólo se han sacado 190 millones", recuerda Mukesh Kumar, director de la planta.

"La economía moderna está basada en la extracción de minerales, pero siempre ha de buscarse un equilibrio con el medio ambiente. En este caso, los beneficios económicos no compensan el destrozo medioambiental y el desplazamiento de las tribus", señala Chandra Bushan, subdirector del Centro de Ciencias y Medio Ambiente.

Derechos de propiedad a poblaciones tribales
La herramienta fundamental para defender las colinas Niyamgiri ha sido la Ley del Bosque, aprobada hace dos años. Dicha norma impide a las empresas adueñarse de una tierra habitada por poblaciones tribales sin su permiso, ya que considera que estas protegen la naturaleza con su modo de vida. Además, les otorga derechos de propiedad.

"Me parece que esta negativa es un cambio de estrategia del Gobierno indio. Aparte de que se apruebe o no la explotación de minerales en otros lugares, es un mensaje para que la industria entienda que tiene que cumplir la ley", analiza Bushan. India ha dejado de ser el lejano Oeste.

Cientos de camiones de la compañía que trasladan a la planta el mineral extraído del estado vecino de Chattisgarh para transformarlo en alúmina han hundido muchos tramos de la estrecha carretera que recorre la zona. Carteles pintados con el nombre de la compañía están omnipresentes en los pueblos de los alrededores: puestos de policía, escuelas vacías, plantaciones de maíz, farolas. Paradójicamente, a veces con mensajes como este: "Puedes hacer un mundo diferente. Preocúpate por el medio ambiente".
Pero Vedanta y las colinas de Niyamgiri no son más que la punta del iceberg y el caso más mediático apoyado por ONG internacionales como Action Aid o Survival International. Estas últimos aprovecharon el éxito de la película Avatar para establecer un paralelismo con los navi (la tribu que habita en el planeta Pandora, que se resiste a la explotación de su hábitat) y reclamar la atención mundial.

Expulsados de sus tierras
Desde que el país abriera las puertas al capital extranjero a principios de la década de los noventa, otros Vedanta han explotado la riqueza mineral de India. Si las poblaciones tribales ya habían sufrido anteriormente expulsiones de sus tierras para la creación de presas y zonas industriales, la presión ha aumentado con el interés de las empresas mineras.

Los adivasis, término utilizado para dichas poblaciones tribales, suman hasta 85 millones de habitantes y ocupan una quinta parte del territorio del subcontinente. Se calcula que hasta 20 millones han podido ser desplazados, en ocasiones sin compensación.

"A partir de ahora, en Orissa y en el resto de India va a ser más difícil que las compañías extranjeras extraigan minerales", musita Gandhi N., un activista, después de décadas contemplando el abandono y los graves abusos cometidos contra el bosque y las tribus.
Fuente: Publico

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