La fortaleza que están mostrando las economías asiáticas es una oportunidad que tratan de aprovechar las empresas estadounidenses. Cuando la primera economía mundial está aún luchando por consolidar una recuperación que todavía parece frágil, los mercados de Asia viven una época casi dorada de expansión puesta de manifiesto en el tirón de su demanda doméstica. Las exportaciones de las empresas estadounidenses crecieron más del 3% en enero, febrero y marzo.
La Administración Obama está concentrando sus esfuerzos en muchos frentes, pero uno de los más prioritarios es el de conseguir que las ventas al exterior de su tejido empresarial sigan creciendo y creen puestos de trabajo, para lo cual está trabajando en iniciativas como el envío de misiones comerciales a Indonesia y China con el propósito de alcanzar el objetivo de tres billones de dólares en exportaciones para 2015, lo que exige que los productos made in USA incrementen su presencia en los mercados de Asia.
Desde Occidente, la región es vista con envidia: su sistema financiero ha resultado indemne a la crisis financiera y su situación macroeconómica presenta una estabilidad admirable. Con unas clases medias en ascenso y una gestión económica que ha demostrado ser eficaz ante la crisis, la región está demostrando que su modelo de desarrollo no solo está funcionando con éxito sino que además está permitiendo acelerar su integración y convertirse en un motor fundamental para la recuperación de la primera economía mundial.
Sin embargo, según algunos expertos, la Administración Obama está abordando el desembarco comercial en Asia con cierta estrechez de miras. Mientras los países asiáticos van construyendo vínculos que amenazan la competitividad de las exportaciones estadounidenses, Washington está pensando en crear la Asociación TransPacific Partnership con un grupo de países de la región de escaso peso en su mayor parte. La arquitectura comercial que está surgiendo en Asia gira en torno a países como India y China, y si Estados Unidos no afina bien su política comercial podría quedarse de segundón.
La principal novedad de la actual Administración, sostienen los defensores de la promoción del comercio exterior, es que por primera vez un inquilino de la Casa Blanca habla de exportaciones y no de libre comercio, como ha venido siendo usual en Estados Unidos, que tradicionalmente ha registrado elevados déficit comercial.
El crecimiento de las economías asiáticas es una excelente noticia para las empresas de Estados Unidos y Europa: más compañías de ingeniería y de gestión conseguirán levantar proyectos millonarios en la región como aeropuertos o carreteras. Una mayor demanda asiática creará puestos de trabajo en Oklahoma o en Valencia, pero también la competencia se intensificará y a nadie se le oculta, ya sea de Singapur o de Alemania, que el coloso chino tendrá un papel preponderante en la región, y esto está creando inquietud no solo en la Administración y los grandes grupos empresariales estadounidenses, sino también en algunos países asiáticos, que desearían, según coinciden conocedores del comercio internacional, que Estados Unidos pueda jugar en la zona un papel de contrapeso más convincente.
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